lunes, 8 de junio de 2009

Punzar


Le contare a usted por que nome agradan las aves, no el sentido que le tenga cierto odio hacia esas criaturas, sino por un recuerdo que me ha dejado traumado. Desde entonces, mis sentimintos hacia esos animales, se convirtieron en insomnios y choques emocionales.
Aquel día me parecía hermoso, estaba contento por la presencia de mi querido hijo. La causa por la que estaba con él, era para acompañarle y comprarle una mascota. Teniendo cinco años, era algo normal para esa edad tener un animal domesticado y lo que mas deseaba era un pájaro. Ya había comprado una jaula para la criatura de cuerpo emplumado. No importaba el tamaño, el color, o cualquier defecto que sea, lo que mas me importaba en ese momento era que estuviera feliz mi pequeño.Mientras él me contaba el tipo de ave que deseaba, llegamos a un sitio, donde las apariencias eran, de un modo, agradables. Mi hijo, entusiasmado corrió y entró de forma desesperada a la tienda de mascotas. Yo, terminando mi cigarro, entré felizmente a ese lugar.
Cerrando la puerta, me encontré con variedades de criaturas domesticas y salvajes. Perros, gatos, serpientes, lagartos, cobayos, diferentes animales que para los niños eran un preciado regalo. Viendo esto, comencé a buscar el sitio donde estaban las aves. Encontrado el objetivo, vi a mi muchachito observando todos los pájaros y viendo cual era su favorito. Amarillos, verdes, azules, anaranjados, diversidades existían en ese recinto. De pronto, antes de terminar de preguntarle a mi primogénito cual era su preferido, se acercó el dueño del negocio con su ayudante. Era un extraño hombre de ojos caídos, que a la vez tenía una cierta frialdad en su rostro. Y en el ayudante, un chico de mas o menos unos 23 años, me había parecido que tenía problemas mentales. No se por que se me pasó por la mente que este día de alegría, se iba a derrumbar y convertir en algo tenebroso.
El titular de la tienda se presento con su nombre, y luego me dijo que su empleado era, en verdad, su hijo. Después de esta conversación leve, vi que mi niño ya había elegido a su animal. Ante esto, le indique al señor que deseaba el pájaro que había designado mi pequeño con anterioridad. Él, contento – o al menos eso creí- le comentó a su hijo de retrasos mentales, que agarrara a la criatura emplumada. El chico, se acerca a la jaula y lo toma de forma brutal. Ante esta situación, le dije al padre de ese chiquillo si sabia lo que hacia. Éste me dijo que no había ningún problema, que sabía lo que estaba haciendo.
Terminando este acto extraño, nos fuimos todos juntos para hacer la transacción por el ave, y antes de llegar, mi hijo me agarra de las piernas y me empieza a agradecer por su nueva mascota. Yo, alegremente le acaricio el pelo...
Llegando al mostrador, el dueño le da a su hijo una caja de cartón, y éste introduce al pájaro en ese cubo. Mientras yo le entregaba el dinero, el propietario le había indicado que debía hacer aberturas al recipiente de cartón, para que no se ahogara el animal. En ese momento vi lo más aterrador y sanguinario que pudieron ver mis ojos.El chico agarra un objeto como si fuera una especie de punzón y empieza a agujerear de forma divertida la caja. Sangre salpicó sobre la mesa, plumas destrozadas saltaron por doquier. Desesperado ante este acto monstruoso le indique, gritándole nerviosamente, que frenara esa maldad siniestra e inconciente que estaba haciendo. Y aquí fue que escuché lo más oscuro, horroroso y frío que había salido de la boca del padre del trastornado. Dijo, como si esta situación no hubiese sido nada terrible, a su hijo: “Hijo mío, así no se hace. Trae un trapo y limpia lo que hiciste. Gracias por su compra.”

FIN

Publicado por Makoto Hirai, 19, Buenos Aires, Argentina